Si por algo debería de tener sentido la capitalidad gastronómica es para sacar del ostracismo el recetario de una provincia como la nuestra, a la que todo y todos llegan tarde y muchas veces mal. Aunque la mayoría disfrutamos experimentando con sabores exóticos y creaciones sorprendentes, lo cierto es que, en el plano personal, pocas cosas despiertan tanto mi espíritu ‘foodie’ como acodarme a una vieja barra de madera para echar a volar la imaginación.
Me gusta figurarme qué personalidades de generaciones pasadas habrán tomado un vino en aquel lugar, comiendo casi exactamente lo mismo que en ese momento me sirve el camarero a mí. Disfruto con ese pensamiento que me transporta décadas atrás en el tiempo y con los sabores que, por experiencia o historia, sabes que han conformado la manera de ser propia de un pueblo.
Probablemente hoy os sorprenda poco con los bares que os voy a presentar, pues su interés reside, precisamente, en llevar toda la vida haciendo lo mismo y bien. Sirva este de pequeño homenaje a tres de esas tabernas en las que podemos encontrar la esencia culinaria almeriense más castiza.
El Quinto Toro
Calle Juan Leal, 6 (Almería)
Para mí, el bar de tapas por antonomasia en la capital. Es el primero que se me viene a la mente cuando alguien me pregunta y el que recomendaría si mi vida dependiera de ello. Con un encanto añejo incontestable, seas taurino o no, las virtudes de este local van desde la calidad de un servicio forjado por dos generaciones de hosteleros hasta la pureza exquisita de su comida. Sencillo, correcto, impoluto y con una seña de identidad, que, además, le sirve como bandera: esas patatas a lo pobre inconfundibles y que son, prácticamente, patrimonio de la ciudad. Pero ahí no acaba la cosa, unos de los mejores callos que podéis probar, la ensaladilla rusa perfecta y los pucheros tradicionales que, de vez en cuando, sacan como plato del día, nos cargan de razones para peregrinar al Quinto Toro cada poco.








El Ajolí
Calle Padre Alfonso Torres, Bajo 7 (Almería)
Una bodega que se ha ganado una segunda juventud tras aguantar un buen puñado de años en una calle que hasta hace relativamente poco no era muy transitada. A día de hoy, Padre Alfonso Torres es uno de los Paseos de la Fama del tapeo almeriense gracias a la cantidad y a la calidad de sus locales. Negocios entre los que este clásico ha sobrevivido a fuerza de seguir apostando por una pizarra en la que destacan las patatas asadas con mi alioli favorito y un buen puñado de tapas tan sencillas como populares, pero de elaboración auténtica y conseguida, como la carne con tomate o el jamón al horno.







Bodega Aranda
Calle Rambla Obispo Orberá, 8
Un lugar de tradición familiar donde aún sobrevive la vieja costumbre de comer sencillo y beber vino de la casa. Aunque muchos conocerán como el plato estrella ese lomo en orza que parten delante de ti de manera casi ritual, mi sorpresa, en la última visita que realicé, fue al probar el arroz de carne más logrado que recuerdo haber visto como tapa. No podéis perderos tampoco sus huevos rotos, que elaboran con distintos acompañamientos, ni los desayunos en una de las terrazas mejor ubicadas del centro de Almería.





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