Tres planchas clásicas (y con mucha solera) de Almería

La plancha. La quintaesencia de la cultura de la tapa almeriense. Lugar donde se dora desde tiempos inmemoriales ese gran producto que sale de nuestro mar. El altar donde las carnes, desde lomos hasta chistorras, se convierten en exquisitos manjares al simple contacto con el metal caliente.

Existen numerosas leyendas urbanas que atribuyen cualidades cuasi divinas a las planchas de ciertos bares por su «solera». Un término que viene a ser una amalgama que une tiempo, buen hacer y una cierta dosis de aquella remezcla alquímica entre todos los alimentos que han pasado por ese fogón y han acabado siendo aporte de sabor a cada tapa.

Comoquiera que sea, es imposible hablar del tema en esta ciudad sin que salga a relucir la mítica plancha de Los Claveles, con ese característico aroma que impregnaba media Puerta de Purchena produciendo auténticos secuestros gastronómicos. Tristemente, amigos, hay que seguir adelante. Y la mejor manera que se le ocurre a este humilde escribano del papeo es buscar un digno heredero a tamaña leyenda. Con vuestro permiso.

Mini Bar

Calle Rueda López, 19 (almería)

Una de esas peculiaridades tan nuestras que enriquecen el acervo gastronómico almeriense con su sola existencia. Un bar minúsculo, que se aferra como clavo ardiendo a una barra de metal, de esas ya en peligro de extinción, y a una pizarra de tapas tan corta como característica. Su plato estrella, el adobo, ha sellado en la memoria de generaciones un sabor punzante pero equilibrado en forma de un bocadillo que entraría al Salón de la Fama de la cocina almeriense, si eso algún día existiera.

K18J (Kiosko 18 de julio)

Plaza de la Concordia (almería)

De esos rincones desde los que uno mira la vida pasar a otra velocidad. Tras la reforma acometida hace unos años, aquel kiosko clásico se ha convertido en un lugar cómodo, agradable y tranquilo que nos da el lujo de poder degustar uno de los mejores pinchos morunos de Almería en pleno corazón de la capital.

Bar Habibi

Circunvalación Ulpiano Díaz, 10

Aunque este café-bar se ha hecho famoso en los últimos tiempos por servir unos churros «como Dios manda», que dirían los sabios, ha tenido el gran acierto de enriquecer su oferta de una manera tan simple como efectiva. Su plan, siguiendo el sendero de otros mercados centrales en ciudades más grandes, es el de ofrecerse a cocinar el género que compremos en los puestos de la Plaza. Sin más, vuelta y vuelta y a un paso de distancia. Tan fresco y tan barato (o caro) como nos arreglemos a adquirirlo. Eso lo convierte, automáticamente, en un bar tan singular como nosotros queramos hacerlo.

Mención de honor para otro kiosko señero que causa furor en cuanto llega el buen tiempo y que mencioné en ESTE ARTÍCULO publicado hace meses: El Lengüetas.

6 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Juanjo dice:

    Toda la razón! Que buenas jibias y pinchos de gambas me he comido en el Mini bar. Muy buen post!

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    1. El Gastrolopitecus dice:

      Gracias, Juanjo!

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  2. Acostumbro cada mediodia buscar articulos para pasar un buen momento leyendo y de esta forma me he tropezado vuetro post. La verdad me ha gustado la web y pienso volver para seguir pasando buenos ratos.
    Saludos

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    1. El Gastrolopitecus dice:

      Muchísimas gracias. Es un gusto leer comentarios de este tipo.

      ¡Que disfrutes mucho!

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