Tenemos nueva entrega de unos cuantos bares y sus respectivas tapas de los que me he quedado prendado. Un artículo rápido, directo, que leeréis en menos de lo que tardáis en tomaros una rápida.
El Brindi Negro
Calle Ntra. Sra. del Mar, 69 (Almería)
Su decoración parece sacada de un sueño de Almodóvar. El alma de este bar ha pasado ya por tres lugares distintos, arrastrando consigo a su fiel clientela, que ama su concepto estético tanto como la detallista cocina que propone. Su carta es una extensión de esa filosofía pretendidamente ‘kitsch’ dando a propuestas clásicas una retorcida vuelta de tuerca como en su cecina con arándanos, la salchicha brindi o una de las mejores lasañas (de cordero en este caso) que he probado en mi vida.
Los Mariscos
Calle Isla de Tenerife, 1 (Aguadulce, Roquetas de Mar)
Ir a este bar es hacer siempre un viaje a mi infancia. Un clásico que tanto puede ofrecer el mejor pescado fresco como unas tapas de cocina capaces de contentar a cualquier paladar. Uno de esos lugares a los que uno va a no arriesgar y a no fallar: carne en salsa, jibia frita, callos, habas con jamón… De los que no buscan nombres rimbombantes para sus platos, ni lo necesitan. Creo que os podéis ir haciendo una idea.
La Jibia Dorada
Plaza Virgen del Mar (Almería).
Esta es una rápida de las de verdad. Pero es que, a veces, las mejores sorpresas llegan cuando uno no se lo espera y en dosis pequeñitas. De este kiosko ya hablé en el artículo sobre las terrazas que inauguraba este blog. Pero es que no ha hecho más que mejorar, incorporando unas sillas de mimbre desde las que da gusto ver pasar las tardes. Me dejé guiar por el servicio y, mientras que ponían la cocina en marcha, me sirvieron una racioncita de un queso picante que me volvió loco. Para rematar, la recomendación encarecida para que probara un pincho árabe del que me he convertido en adicto.
(Bonus Extra) Casa Joaquín
Calle Real, 111 (Almería)
Aunque alardes de este tipo no serán habituales en este blog, me era imposible dejar pasar de largo la experiencia de acudir a una casa que no desmerece un ápice la buena fama que atesora. Un lugar de enorme tradición que ha basado su éxito en una propuesta tan sencilla como efectiva: ofrecer el mejor producto posible. De esos bares que los mayores dicen «que es para ir de raciones y dejarse los cuartos», pero que entrega sensaciones casi inigualables.
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